domingo, 25 de marzo de 2018

El fugado burlado

Terminó la fuga de Puigdemont. El juego del gato y el ratón al que nos había acostumbrado desde que salió huyendo de España en coche, amparado en la oscuridad de la noche, para instalar su nuevo centro de operaciones en Bélgica, ha llegado a su fin. 

Roger Torrent tras la detención de Puigdemont en Alemania
Si se ha tratado de un error o parte de su estrategia de jugar al despiste, lo veremos en breve, pero todo apunta a que esta vez se ha confiado demasiado. El viaje a Dinamarca que realizó en enero, durante el cual el juez Llarena se abstuvo de reactivar la orden de detención europea, le ha hecho bajar la guardia y creer que podía seguir actuando con total impunidad. 

Esta vez, la detención ha tenido lugar en un país, Alemania, que cuenta con un delitos comparables a aquellos de los que se le acusa en España. Esto, unido a la buena sintonía y tradicional colaboración entre ambos países, hace más que previsible que Puigdemont no tardará en ser extraditado y puesto a disposición de la justicia española. Fray Junqueras debe estar en pleno éxtasis místico esperando la reunión con su ser amado.

Queda todavía la cuestión de que pasará con el resto de consellers huidos. Los que siguen en Bélgica saben que pueden demorar cualquier intento de extradición hasta un año, sin contar con que Bélgica no contempla dos de los tres delitos de los que se les acusa. La conseller huida a Escocia, se encuentra en una situación similar. En cualquier caso, saben que su libertad de movimientos en Europa se encuentra muy reducida y pendiente de la espada de Damocles que supone una euroorden.

Pueden intentar venderlo como una persecución política, como un retroceso democrático y un intento de acallar a los disidentes, pero el respaldo internacional claro y contundente hasta el momento ha sido al gobierno español y no a la brevísima república catalana. Desde fuera siguen con asombro e incredulidad este discurso victimista que nada tiene que ver con la realidad y que, en todo caso, se le puede dar la vuelta fácilmente analizando el comportamiento del bloque soberanista.

Desde hace ya demasiado tiempo, han dejado de pensar en todos los catalanes. Cada vez que algún representante político de JxCat, ERC o la CUP hacía una referencia de este tipo, sólo se refería a aquellos que estaban de acuerdo con su proyecto. El resto, no contaba para nada.

Cuando esta noche Roger Torrent, que más que de Presidente del Parlament, actúa de portavoz del bloque independentista, habla de retroceso democrático, de represión y hace un llamamiento a la unidad de todos los catalanes, sabe que no representa ni está legitimado para hablar de más de la mitad de los mismos. Son palabras vacías en el mejor de los casos, cuando no venenosas viniendo de sus labios. 

A todo esto, Torrent no ha hecho ninguna referencia a los disturbios protagonizados por los Comités de Defensa de la República ni a si piensa proclamar a Puigdemont como candidato a President de la Generalitat, como ahora pretenden algunos. Puede ser que no sea tan tonto como para no saber que eso supondría una ilegalidad manifiesta. 

Puigdemont, como el resto de personas que ha formado parte del procés, tendrá un juicio justo y con las debidas garantías, que se han venido respetando con total esmero. España es un estado democrático y de derecho y no se está juzgando una cuestión política, sino ilegalidades manifiestas. Eso sí, dado ya su amplio historial de huidas, el juez tendrá muchas menos dudas a la hora de decretar la prisión provisional en lugar de la libertad condicional. 

Los acontecimientos se sucederán con bastante rapidez dentro y fuera de Cataluña en los próximos días. Estaremos atentos, pero no cabe duda que, sin un paso atrás de los independentistas y una vuelta a la senda constitucional, no habrá avance posible.


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