lunes, 18 de diciembre de 2017

¿Qué es la representación política?

La defensa de la democracia representativa se hace más sencilla cuando se entiende bien lo que el concepto de representación significa. Los defensores de la democracia directa como el modo más puro y simple de democracia, harían bien en no obviar los formidables problemas y limitaciones que ésta entraña.



Introducción y conceptualización

En el diccionario de la Real Academia Española, se recoge como acepción principal de representar "Hacer presente algo con palabras o figuras que la imaginación retiene" y "sustituir a alguien o hacer sus veces". Esta sustitución y presencia de lo ausente siguen siendo hoy parte básica del concepto.

Hanna Fenichel Pitkin, en una obra ya canónica, El concepto de representación (1967), va en la misma línea y define la representación como "hacer presente de nuevo". Con esta definición, la representación política consiste en hacer presentes las voces, opiniones y perspectivas de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas.

Bernard Manin, en Los principios del gobierno representativo (1997), identifica cuatro principios del gobierno representativo: 1) Aquellos que gobiernan son nombrados a traves de elecciones a intervalos regulares; 2) La toma de decisiones de los gobernante muestra un cierto grado de independencia respecto a los deseos del electorado; 3) Los representados pueden expresar sus opiniones y preferencias políticas sin estar sujetos al control de los gobernantes; 4) Las decisiones públicas son sometidas a debate.

Desarrollo histórico

En la antigüedad se desconoce la representación, lo que implicaba que, en el mejor de los casos, la participación de los ciudadanos (y toca recordar que dicha condición no era especialmente amplia) en los asuntos públicos era sólo posible en el ámbito limitado de la ciudad. Cualquier gobierno de un ámbito territorialmente más extenso era forzosamente autoritario y sin lugar para la participación.

Habría de transcurrir mucho tiempo aún para que surgiera el primer tipo de representación en forma de mandato imperativo. La persona elegida se limitaba a recoger las demandas de sus representados y ejecutarlas, pero sin ninguna iniciativa propia. Este sistema se demostro poco flexible y eficaz, siendo sustituida esta concepción en la edad contemporánea por la de representación como confianza, es decir, como autorización para actuar en nombre y por cuenta del representado, pero con una cierta independencia respecto a él.

Los rasgos de uno y otro pueden ser conceptualizados de acuerdo con la tabla siguiente:

Mandato imperativo
Representación como confianza
Representación de colectividades o cuerpos sociales específicos.
Representación de la comunidad en sentido amplio.
El representante lo es a merced de un título expreso que dimana de la designación por el grupo social por el que es representante y que contiene las limitaciones e instrucciones a las que en su actividad como tal está ligado el representante.
No existe poder ni mandato. El representante ostenta una competencia universal y obra por el bien público de acuerdo con su opinión y criterio sin límites ni instrucciones que le vinculen.
Las asambleas resultantes son reuniones de los portavoces de los grupos sociales con relevancia de los intereses del reino, pero no de la comunidad.
Las asambleas integradas para por tales representantes constituyen órganos colegiados dotados de competencia material general y que representan a la comunidad.
Tales asambleas son cuerpos de carácter esencialmente consultivo, pero no un instrumento de gobierno.
La duración del mandato es la fijada por la ley y no depende de la voluntad de los electores.
* Tabla creada en base a Las instituciones del gobierno constitucional, Manuel Martínez Sospedra, 1994

Montesquieu en El espíritu de las leyes (1748), defiende ya la idea que, dada la imposibilidad material en un estado de gran tamaño de que sus ciudadanos se reunan en un cuerpo legislativo, es necesario escoger representantes que puedan reunirse y actuar en su nombre.

En este sentido lo entiende Edmund Burke en sus Reflexiones sobre la revolución francesa (1790) decía: "El Parlamento no es un congreso de embajadores de intereses hostiles y diferentes, cuya finalidad sea mantener su propio interés, como agente y abogado, contra otros agentes y abogados; sino que el Parlamento es una asamblea deliberativa de una nación, con un mismo interés, que es el del conjunto...Se elige a un miembro, en efecto; pero una vez elegido, no es un miembro por Bristol, sino un miembro del Parlamento."

Unos años antes, en 1787, cuando se reune en Filadelfia la Convención constitucional que habría de elaborar la futura constitución de Estados Unidos, ya eran conscientes sus miembros que, dada su condición de país extenso y en expansión, cualquier sistema democrático que fuera elegido, tendría que ser por fuerza representativo. Incluso el propio Rousseau, que en El Contrato Social (1762) sólo reconocía como democrático el gobierno asambleario directo, en sus Consideraciones sobre el gobierno de Polonia (1771), aceptaba como válido y necesario un gobierno representativo.

Benjamin Constant, en su La libertad de los antiguos comparada a la de los modernos (1819), va un paso más allá y señala que la representación es el instrumento que nos hace políticamente libres. ¿Pero en qué sentido? En el sentido que podemos, si así lo queremos, no dedicarnos a la política y delegar la defensa de nuestros intereses en otros; de este modo, podemos llevar a cabo las tareas que verdaderamente deseamos hacer sin que nuestro tiempo se vaya en una actividad que no nos satisface.

La aceptación de la representación sobre el modelo asambleario era ya pacífica en el siglo XIX y las breves menciones que se hacían a la discusión pasada, eran para reafirmarse, como John Stuart Mill en sus Consideraciones sobre el gobierno representativo (1861), que señala: "dado que, en una comunidad que exceda el tamaño de una pequeña población, todos no pueden participar personalmente sino en alguna porción mínima de la acción pública, el resultado es que el tipo ideal de un gobierno perfecto debe ser el representativo"

Ya en la segunda mitad del siglo XIX, Max Weber, padre de la sociología moderna, entendió la representación como algo grupal o colectivo. La participación política se canalizaba a través de partidos políticos de masas. que sustituían a los antiguos partidos de cuadros o de notables.

Sobre el papel de este nuevo modo de representación de masas, Robert Michels publica en 1912 un libro básico en la politología moderna: Los partidos políticos. En éste analiza los grandes partidos de masas de la época, especialmente el SPD alemán y llega a la conclusión que, independientemente de lo democrática que sea una organización al inicio, tiende inevitablemente a la oligarquía y enuncia su famosa "ley de hierro de la oligarquía" en estos términos lapidarios: "Donde hay organización, hay oligarquía. En la medida que ninguna organización, una vez ha alcanzado un cierto tamaño y complejidad, puede actuar como una democracia directa, el poder dentro de la organización acabará delegado en individuos del grupo. Además, la organización desarrollará intereses particulares que no necesariamente coinciden con los de los representados o simpatizantes de la organización.

Concepción actual

Bernard Manin concibe la democracia como una democracia de audiencia en la que, por un lado, los ciudadanos son los espectadores en el patio de butacas y, por otro, en el escenario se encuentran los representantes políticos en sentido amplio (partidos, agentes sociales, intelectuales...) que lanzan al público sus ideas y propuestas y esperan su respuesta, recogiéndola luego y actuando en consecuencia. Se trata de una representación es más plural en sus formas, sin necesidad de que existan vínculos de mandato o confianza.

Pitkin entiende que la representación política se articula de modo poliédrico y tiene cuatro dimensiones: Formal, descriptiva, sustantiva y simbólica.

La dimensión formal, con dos vertientes; por un lado como autorización, que contempla las reglas, mecanismos y procedimientos a través de los cuales se constituye la relación representativa; y por otro lado de rendición de cuentas, es decir, la capacidad de los representados para castigar a su representante si no actúa de acuerdo a sus deseos o no se muestra receptivo hacia sus demandas.

La dimensión descriptiva se refiere a las características comunes que existen entre representante y representado. Se supone que el representante es un espejo del representado. Esto puede ayudar a explicar por qué conviene, al diseñar una lista electoral, que ésta sea variada, de modo que más gente se vea reflejada en alguno de sus miembros (si lo prefieren, las boys band serían también un ejemplo magnífico, pues cada uno de sus miembros tiene una personalidad diferente a los demás para atraer a más público: el sensible, el malote, el espiritual...).

La dimensión sustantiva hace referencia a los intereses que están siendo representados: ¿sólo los electores de mi circunscripción o los de toda España? ¿Los intereses de mis representados o del partido?

El representante debe ser sensible hacia los deseos, intereses, demandas y quejas de sus representados, lo que no quiere decir que tenga que defenderlos siempre del modo que los repreentados manifiestan, aunque los tenga en cuenta.

La dimensión simbólica de la representación hace referencia a lo que el representante simboliza para sus representados. Por ejemplo: un diputado no es sólo Pepito Pérez del Partido X, es una representación de la ciudadanía y la soberanía española también.

No puede haber representación política que no incluya estas cuatro dimensiones, que tienen una influencia recíproca entre ellas.

Medición de la representación

Si intentar conceptualizar lo que es la representación ha sido una tarea ardua y que todavía plantea discusiones, medir la reprentación se hace aún más complicada, aunque contamos con dos trabajos clave en este campo.

El primero, The Legislative System. Explorations on legislative behavior (1962), de John C. Wahlke y Heinz Eulau, establece dos criterios:

- El estilo de la representación: mandato o trustee (confianza)
- Focus, o contenido real de la representación. ¿Es ésta local o nacional? Al final se acaba hablando de foci en plural, puesto que puede ser de casi cualquier tipo: intereses sectoriales, por edad, trabajo...

Más recientemente, se publica el Modes of political representation: Toward a new tipology (2005), de Jacques A. Thomassen y Rudy Andeweg, que aspira a resolver la controversia entre mandato-independencia de los representantes y propone una tipología alternativa de modos de representación, que combina dos variables:

- La dirección de la relación representativa: de arriba a abajo (el representante elabora propuestas y las traslada al a base) o de abajo arriba (el representante recoge propuestas en la base y las transmite lo más fielmente posible arriba).
- El control de la representación: ex ante, en función de las promesas que hace el representante, o ex post, en función de las acciones que el representante ya ha realizado.

La cuestión clave es, ¿cuál prevalece? Para determinarlo crean con lo anterior la siguiente matriz con cuatro modelos

                                                                           Mecanismo de control



Dirección


Desde arriba
Ex ante Ex post
Autorización
Rendición de cuentas
Desde abajo
Delegación
Receptividad


Delegación. La representación desde abajoy ex ante es probablemente el tipo ideal de la democracia representativa, pero parte de premisas muy exigentes: Los votantes deben tener preferencias que sean al mismo tiempo exógenas y estables,y la agenda política debe ser predecible.

Receptividad. Esta forma de representación asume que los votantes tienen preferencias exógeas, pero ni estas preferencias ni la agenda política tienen por qué ser estable. Se supone a los representantes capaces de calibrar las cambiantes preferencias populares, y la amenaza de ser destituido del cargo solo puede ser creible si hay una elección electoral, es decir, una oposición, y si los representantes están deseando y se les permite presentarse a la reelección. Esta premisa no supone un problema si el representante es un partido, más que un individuo.

Autorización. Un ejemplo de esta representación desde arriba y ex ante es el modelo del partido responsable (responsible party model), en el que partidos políticos cohesionados presentan distintos programas a los votantes, quienes luego forman sus preferencia por uno u otro y votan en consecuencia. A través de estos votos, al partido se le da un mandato para (tratar de) ejecutar su programa. Se asemeja pues este modelo al de la representación como mandato. No es necesario que los representados tengan referencias exógenas. También asume este modelo que hay posibilidad de elección: los representados son capaces de distinguir entre dos o más representantes o partidos. Otra premisa más es que la agenda política es predecible.

Rendición de cuentas.

En este tipo de representación, el político o el partido actúan como promotores políticos, identificando y promoviendo políticas que consideran serán apreciadas ex post más que preferidos ex ante. Este modo de representación es que el parte de menos premisas: las preferencias de los votantes pueden ser endógenas o exógenas, estables o cambiantes, y no es necesario que la agenda sea predecible. Las únicas premisas de este modelo son la disponibilidad de una alternativa electoral, en la que los representantes quieran y puedan presentarse a la reelección, y que los votantes sean capaces de asignar claramente las responsabilidades por el desempeño en el gobierno.

Estos cuatro modos de representación son, por supuesto, tipos ideales. Lo habitual será encontrar que un determinado sistema contenga elementos que le aproximen más a un modo concreto, pero nunca de modo puro.

No hay comentarios

Publicar un comentario

© La Justicia Como Equidad
Maira Gall