martes, 28 de junio de 2016

La resaca del 26J: del sorpasso al batacazo

Un resumen de trazo grueso del resultado de las elecciones podría ser el siguiente: El Partido Popular, que parecía hundido, obtiene unos resultados que le dejan más de 50 escaños por delante del segundo y le permiten ganar mayor legitimidad política como vencedor,aunque sea en minoría; EL PSOE logra, para su propia sorpresa, perder cinco escaños pero poder levantar cabeza con orgullo, toda vez que tenían casi asumido un varapalo espectacular; Unidos Podemos se pega un batacazo histórico, perdiendo más de un millón de los votos que obtuvieron por separado en las anteriores elecciones, aunque manteníendose con el mismo número de escaños, 20 por debajo de lo que las encuestas señalaban; Ciudadanos pierde votos y escaños también, pero se encuentra dentro de la media que los sondeos arrojaban. 


Nada mejor que comenzar haciendo una reflexión tranquila y sosegada de por qué las encuestas previas difieren tanto de los resultados reales del 26J.

Si bien unas elecciones anticipadas sin agotar la legislatura no son nuevas para nosotros, el hecho de no haber llegado siquiera a formar gobierno e iniciarla sí que es un hecho novedoso. Eso, y la promesa de los partidos de intentar abaratar la campaña electoral, explica bastante bien por qué no se ha sentido con la misma intensidad que la primera, pues todos teníamos una poderosa sensación de déjà vu que ha reducido el interés por la misma o, para ser más precisos, las ganas de significarse políticamente.

La verdadera ola de casos de corrupción que han salido a la luz durante este interín, ha provocado en los votantes tanto del Partido Popular como del Paratido Socialista un sentimiento de vergüenza a la hora de expresar su voto o simpatías políticas en las encuestas, lo que ha llevado a infravalorar su intención de voto real. El fenómeno del voto vergonzante es un viejo conocido en España, donde las elecciones de 1993, cuando un PSOE salpicado de casos de corrupción y al que las encuestas daba por virtual perdedor de las elecciones, revivió y venció, aunque en minoría y viéndose obligado a convocar elecciones anticipadas dos años después.

Y si la vergüenza hace que la gente calle, la sensación de "venirse arriba" provoca justo el efecto contrario. Los votantes de Podemos, a la vista del panorama, sintiéndose con legitimidad y autoridad moral, no dudaban en expresar el sentido de su voto en las encuestas. La distancia y falta de contacto con sus adversarios políticos les llevó a sobrevalorar su propia influencia.

En el caso de Ciudadanos, el pacto con el Partido Socialista y las llamadas al voto útil les han hecho perder apoyos en favor del PP, algo de lo que eran muy conscientes y que han intentado evitar durante toda la campaña. Con todo, han obtenido un resultado bastante meritorio dadas las circunstancias y que puede hacerles importantes a la hora de formar gobierno.

Pero, ¿qué ha llevado al batacazo de Unidos Podemos? Es posible señalar varios factores, comenzando con la coalición con Izquierda Unida. El cálculo de Iglesias y Garzón era de pura aritmética, pero en política 1+1 no tiene por qué sumar 2. Izquierda Unida tiene una larga historia y una militancia mucho más homogénea que Podemos y un discurso mucho más coherente. Por contra, el partido que lidera Pablo Iglesias, es una suerte de Frankenstein político, que amalgama desde grupos antisistema, pasando por comunistas, nacionalistas españoles e independentistas. Cabría preguntarse cuanto tiempo tardará en estallar el partido por sus contradicciones internas entre corrientes mutuamente excluyentes. A todo esto hay que añadir que el "giro socialdemócrata" de Iglesias, que suena a un Judas renegando de un pasado más que reciente ("pecado de juventud" según sus propias palabras), no puede haber sentado nada bien entre las bases de Izquierda Unida. 

Pero el discurso de Unidos Podemos no sólo ha servido para perder votantes propios, sino para animar a votantes ajenos a reafirmarse en su voto a otros partidos. No es algo que deba sonar raro, si en tu discurso político construyes tu identidad por oposición radical, apropiándote de palabras como "Progresista", "pueblo", "gente" o "decente", que sólo aplicas a los que te votan, das por hecho que las personas que tienes enfrente no lo son, y eso causa un profundo malestar y crispación. Si, además, las ofertas de diálogo y pacto con tus potenciales socios son humillantes o se ataca a vacas sagradas, como Felipe González, no se puede esperar que los ofendidos te apoyen.

Unidos Podemos se ha dejado llevar por las redes, que son un buen elemento para difundir ideas y opiniones, pero que, si uno pierde el contacto con la realidad de la calle y se deja de relacionar con personas que no sean de tu círculo, llevan a sobreestimar sus apoyos y obtener un una impresión errónea del clima de opinión imperante.

En cualquier caso, la victoria del Partido Popular ha sido bien recibida por Europa, que ve un horizonte de mayor estabilidad del que se preveía con un posible sorpasso de Podemos. Es verdad, sin embargo, que los efectos devastadores del Brexit han diluido este alivio momentáneamente. La victoria tampoco implica un cheque en blanco de los votantes del PP, que exigen transparencia y compromiso en la lucha contra la corrupción. Ahora empieza la tarea de intentar formar gobierno, que se antoja complicada por las declaraciones previas de los líderes de los principales partidos, excluyéndose mutuamente. Posiblemente lo ideal, en la medida que supondría una mayor representatividad y la posibilidad de llevar a cabo políticas consensuadas con capacidad de mantenerse a largo plazo, sería un pacto a tres que dejara fuera a Podemos y alejase el fantasma del populismo de España.

Por último, solo un pequeño apunte sobre una cuestión que me preocupa. La reacción en las redes de muchos votantes de Podemos hacia los votantes del Partido Popular ha sido brutal, ofensiva e insultante. Una cosa es no gustar los resultados y otra perder el sentido común y deshumanizar al adversario. Si a esto añadimos la ya célebre "Carta de un presidente de mesa" sobre supuestas irregularidades electorales, ya tenemos creada la perfecta paranoia conspiranoica. Yo mismo he sido interventor en muchos procesos electorales y el contenido de la carta implica mucho desconocimiento. Se pueden criticar muchas cosas, pero los procesos electorales en la España democrática, salvo alguna cuestión anecdótica, son limpios y justos.







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