domingo, 24 de abril de 2016

Podemos y la libertad de prensa

Salvo milagro, nos vemos abocados a unas nuevas elecciones en las que, si hacemos de todas las encuestas, el panorama político no es dudoso que cambie. La distribución de voto entre bloques se mantendrá virtualmente igual, aunque Podemos sufrirá más que otros su actitud de arrogancia a la hora de negociar posibles pactos.

Sin embargo, lo que me preocupa más es el problema que el señor Iglesias y su entorno parecen tener con la libertad de expresión, particularmente cuando la libertad la ejercen otros y la expresión no es de su agrado. El ataque directo al redactor de el diario El Mundo, Álvaro Carvajal, durante una reciente conferencia en la Universidad Complutense de Madrid, es sólo una muestra más de una línea de pensamiento constante de la formación de Iglesias. Resulta lamentable que el entregado público que constituía su auditorio, no sólo no se diera cuenta de ello, sino que aplaudiera estrepitosamente.
En noviembre de 2013 ya afirmaba Iglesias textualmente que "la existencia de medios de comunicación privados ataca la libertad de expresión". Un año después, al apretarle un poco las tuercas Ana Pastor en el programa El Objetivo, matizaba Iglesias que su idea no pasaba tanto por controlar los medios como por "proteger la libertad de los periodistas".

Que el señor Iglesias pretenda "garantizar la libertad de prensa" estableciendo mecanismos de control, públicos o de otro tipo, es algo que me pone los pelos de punta. Sobre todo si, leyendo entre líneas, esto quiere decir: todo lo que me critique es malo, todaloa al gran líder que soy es buena. El libro Conversación con Pablo Iglesias, de Jacobo Ribero, recoge numerosas críticas de Iglesias a los medios de comunicación privados con argumentos de un maniqueismo exasperante e impropios de una persona formada, según los cuales, los medios de comunicación están solo en manos de multimillonarios y dependería de la voluntad de estos hombres de negocios la gestión de la información y la libertad de prensa.

¿Quién propone, pues, que controle los medios de comunicación? Su respuesta: organizaciones de la sociedad civil y estructuras públicas institucionalespara "hacer desaparecer a los mercaderes de los medios de comunicación". Esto suena demasiado similar al establecimiento de comités de salud pública y comisariados políticos, de esos que cuidaban de la salud moral de la sociedad a base de eliminar disidentes.

Sospecho que, no siendo un secreto la admiración de Iglesias por Chávez, éste vea en las políticas de su ídolo el modelo a seguir. Debe sentirse tremendamente cómodo en un país donde los medios criticos con el chavismo han sido cerrados en su mayoría y, los supervivientes, tienen serios problemas para ejercer su labor. Claro, los medios críticos estarán en manos de multimillonarios enermigos de la revolución y que no quieren el bienestar del pueblo... ¡Qué fácil resulta desacreditar al contrario a base de memeces!

En España, la línea oficial de Podemos va por un camino similar. Si bien se han visto obligados a matizar y suavizar las críticas ad hominem de Iglesias hacia Álvaro Carvajal, Bescansa ha insistido en la necesidad de revisar como funcionan los medios por dentro. La prepotencia podemita les impide comprender que la crítica y el escrutinio público es una función fundamental de los medios, que además llevan a cabo respecto del resto de partidos. Si Podemos se siente peor tratado por los medios, igual será porque de su actuación se deriven más razones para ser criticados. 


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