domingo, 2 de junio de 2013

Disturbios en Turquía: no es sólo por los árboles. Una génesis del próblema

La ola de protestas que estalló en Turquía tras el último desalojo, usando una fuerza desproporcionada contra los manifestantes que estaban acampados para evitar que el parque de Gezi, uno de los pocos puntos verdes de Estambul, fuera destruido, ha logrado canalizar el descontento que la sociedad turca de tendencia más laica lleva aguantando desde hace años. Para ser justos, y explicar con detalle el por qué, dejemos establecidas las siguientes premisas:
A) El motivo de la revuelta no es económico, cualquier paralelismo con los movimiento antirrecortes europeos es erróneo. 
B) Turquía no puede ser comparado con ningún país de la llamada "Primavera Árabe". Primero, porque no es un país árabe y, segundo, porque es el único caso de democracia real de la zona, con elecciones competitivas y razonablemente limpias. 

Hasta las fuerzas imperiales se suman a las protestas contra Erdogan en Ankara
Pero su sistema electoral y la división de las fuerzas de oposición ha sido en parte responsable de las sucesivas victorias del actual Primer Ministro. Cuando el AKP obtiene su primera victoria en las elecciones generales de 2002, logra el 34,28% de los votos y dos tercios de los escaños, mientras que el CHP, con el 19,4%, logra el tercio restante. ¿Cómo es posible? Rianse ustedes de las quejas sobre el 3% de barrera de entrada que la ley española obliga para lograr representación. En Turquía se exige el 10% a nivel nacional (estratagema ideada en su momento para evitar la entrada en el parlamento de partidos kurdos, que ha producido efectos más que contraproducentes). En 2002, una oposición muy dividida, quedó virtualmente excluida del Parlamento al no alcanzar el umbral mínimo. En las elecciones de 2007, se repitió una historia similar, aunque obteniendo más votos en términos absolutos y porcentuales, logró menos escaños, ya que otros dos partidos obtuvieron representación (CHP y MHP). En las elecciones de 2011 alcanzó el 49,9% de los votos y logró 325 escaños, aunque lejos aún de los dos tercios que le habrían dado vía libre a reformar la constitución sin tener que buscar consensos con la oposición.

¿Cómo ha logrado mantener el poder en sucesivas elecciones? En gran medida, gracias a una oposición dividida y carente de líderes carismáticos y la impresión de honradez del AKP. Otra razón no menos importante es el singular peso que tiene el Estado en la economía, tradicionalmente muy intervenida (el Estatismo de Atatürk se vuelve aquí un arma de doble filo). Ello otorga a quien controle el estado ingentes recursos y oportunidades de crear una red clientelar. A pesar de todo, insisto, Turquía posee una democracia plenamente asentada, a pesar de todos los esfuerzos de Erdogan por ir minando sus bases.

Erdogan ha sido acusado en numerosas ocasiones de querer perpetuarse en el poder y reislamizar el país. Para llevar a cabo tal fin, ha realizado sucesivas limpiezas de la cúpula militar, garante de los principios del kemalismo, particularmente del laicismo. Este pulso llevó a la dimisión en bloque de la cúpula militar en julio de 2011. La jugada de Erdogan es hábil, puesto que aprovecha para vender europeismo, mientras se escuda en la exigencias de la UE de supeditación del poder militar al civil. La misma táctica sigue a la hora de reformar el poder judicial, segundo gran garante de los principios del kemalismo. En 2008, el Fiscal General del Estado Turco presentó una demanda, que fue admitida a trámite por el Tribunal Constitucional, para suspender a Erdogan de sus funciones por permitir llevar el velo en las universidades públicas (en las oficinas públicas y sistema educativo público está prohibido llevarlo). Esta resistencia de la judicatura a sus políticas islamistas que afectaban gravemente los principios fundamentales del kemalismo, no fue olvidada por un Erdogan que, en la reforma constitucional de 2010, aprobada con el 58% de los sufragios y una participación del 77%, incluía la elección de parte de los miebros del Tribunal Constitucional  y del Consejo General del Poder Judicial por el Parlamento.

Así pues, restringidos los poderes de supervisión y control de las únicas instituciones que le pueden frenar, y con el aplauso por las reformas de una Unión Europea que parece no comprender el papel en el mantenimiento de la democracia de éstas, Erdogan ha seguido avanzando en el restablecimiento de una sociedad progresivamente más islamizada. 

Como no hay dos sin tres, lo siguiente que ha tocado es el sistema educativo. La reforma de 2012 establece doce años de educación obligatoria, pero con un sistema que han bautizado como 4+4+4, por la duración de cada uno de los tres ciclos: Primaria (Ilk), Secundaria Baja (Orta) y Secundaria (Lise). En España deberíamos comprender, a la vista de los resultados de la LOGSE, que duración y calidad son cosas diferentes. No sólo ha aumentado la duración, también ha bajado la edad a partir de la cual pueden ir a las Imam Hatip (escuelas religiosas), cuya regulación y control es ahora más laxo que nunca, y se ha levantado la prohibición del velo en las mismas. Además, la ley permite la educación en casa, lo que verdaderamente hace que en zonas poco desarrolladas del este y sudeste de Turquía, donde las niñas ya de por sí no van normalmente a la escuela, la educación que puedan proveer los padres, normalmente poco educados a su vez, sea inadecuada. Con la reducción de la edad para convertirse en aprendiz hasta los 11 años, se teme el aumento del trabajo infantil.

Otras medidas que ha tomado, supuestamente en aras de la defensa de la salud, como la prohibición del tabaco o las restricciones a la venta y distribución de alcohol, esconden un trasfondo religioso claro. Especialmente la relativa al alcohol, pues incluye claúsulas que deberían hacer temblar a cualquiera, como la imposiblidad de vender alcohol a menos de 100 metros de "centros educativos" (sin más concreción) y lugares de culto. Por supuesto, tampoco podíamos olvidar la libertad de expresión, que el AKP buscó limitar con la aprobación en 2005 del infame artículo 301 del código penal turco, parcialmente reformado en 2008, que ha sido usado a modo de ley mordaza contra personajes insignes e influyentes como el pianista Fazil Say (por "blasfemia") y el escritor Orhan Pamuk (Por polémicas declaraciones en torno al "Genocidio Armenio").

¿A qué ha venido todo este resumen de los "logros" de Erdogan? Para comprender donde radica la base del descontento popular. No se trata únicamente de la defensa de un espacio verde, en el que he estado personalmente. Quizás al inicio era así, pero la excesiva respuesta policial ante una ocupación pacífica del parque, ha abierto la caja de los truenos y sacado todo lo que durante años ha ido poniendo a prueba la paciencia de los ciudadanos turcos. Incluso entre los votantes del AKP, la mayoría son fervientes kemalistas que no acaban de ver con buenos ojos algunas de sus políticas. Ahora se ha desbordado el vaso. Los modos autoritarios del Primer Ministro, que gobierna más para sus votantes que para el conjunto de la ciudadanía, y el progresivo socavamiento de las bases del kemalismo y de la libertad e igualdad, que trajo a una nación destruida y humillada tras la I Guerra Mundial y la posterior Guerra de Independencia, ya no serán soportados en silencio.
En principio, los manifestantes han logrado ganar la partida, aunque sea de modo temporal, y Erdogan se ha comprometido a investigar posibles excesos de la policia, aunque no da su brazo a torcer respecto al parque y culpa a la oposición de politizar la protesta. En estos momentos, los disturbios continuan con gran violencia y el uso de cañones de agua y gases lacrimógenos. Los heridos se cuentan por cientos y, a falta de confirmación oficial del Gobierno, Amnistía Internacional denuncia ya dos muertos. Lo cierto es que las protestas se han extendido por todo el país y, de no darse una respuesta satisfactoria, que no puede ser otra que la marcha atrás en lo referente al aprque y, además, un tono más conciliador y dialogante con la oposición y la ciudadanía más laica, el gobierno de Erdogan perderá su careta de moderado. Para muchos países islámicos, Turquía es el modelo en que se miran para defender la posibilidad de una democracia en un contexto islámico (olvidando muchas veces que, si en Turquía ha funcionado, ha sido por el laicismo del estado, cosa que no se da en otros países). En mi opinión, islamismo moderado es un oxímoron; o se separa la cuestión religiosa del gobierno, o se va al desastre.


1 comentario

  1. Has escrito muy bien lo que está pasando en Turquía ahora mismo. Llevan tanto tiempo haciendo mal que cualquier cosa les altera. Esta manifestación empezó muy pacíficamente, es más, los manifestantes están limpiando las calles para mostrar su buena voluntad porque lo que querían es ser oídos. Pero cuando la policia les atacó a su propia gente como si no hubiera mañana, la cosa cambió mucho. Y ahora el primer ministro dice que se va a investigar el uso excesivo del gas lacrimógeno. Lo que nos parece una tontería porque fue él quién le dio tanto coraje a la policia. Estamos hasta las narices de él y de sus tonterías.

    Un besito y gracias!

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