martes, 23 de abril de 2013

Historias del futuro, de Robert A. Heinlein

Aunque seguramente menos conocido para el público que no frecuente este género literario, Robert A. Heinlein (1907-1988) es considerado por los críticos como uno de los más grandes escritores de ciencia ficción, junto con Isaac Asimov y Arthur C. Clarke. Defensor a ultranza del individualismo, que considera incompatible con la ignorancia,  siempre defendió como vital una educación muy amplia, reglada o no, que dotara de competencias útiles al individuo adulto. En sus novelas intenta de algún modo reflejar sus valores personales y establecer paralelismos con la época que le toca vivir.

El relato que presento se encuentra recogido en la colección de historias del futuro conocida como The past through tomorrow, que en España publicó la editorial Acervo en dos volúmenes. Se trata de Si esto continúa... escrito en 1940 y donde se puede reconocer sin esfuerzo la preocupación por una posible victoria de los totalitarismos. Nos presenta un futuro distópico en que los Estados unidos lleva tres décadas bajo un gobierno teocrático de los autodenominados profetas, que controlan los medios de comunicación y represión, anulando cualquier oposición... o eso creen. La semilla de la disidencia es casi imposible de erradicar, incluso en el régimen más totalitario, y organizaciones clandestinas sobreviven, teniendo la más grande, la Cábala, un gran parecido a la masonería, y se preparan pacientemente para salir a la luz cuando estén preparados; no para convertirse ellos en los nuevos amos, sino para que los hombres puedan volver a ser libres y elegir de nuevo por ellos mismos.

Portada de la edición española de Editorial Acervo (1981) y foto de Robert A. Heinlein firmando autógrafos en la Wordcon de 1976 (Midmericon). Fuente: Wikipedia.

El protagonista principal de la historia, John Lyle, es un ferviente creyente que, por circunstancias del destino acaba uniéndose a la resistencia y descubre que lo que conocía no era más que una gran mentira. Aunque con reticencias iniciales, comienza a comprender y hacerse las preguntas adecuadas. No le falta un fiel escudero, Zebadiah Jones, compañero suyo en la academia militar de West Point (ahora al servicio del Profeta), bastante más despierto y en ocasiones cínico, que ayudará a abrirle los ojos.  

El choque con la realidad es tan fuerte que le causa sorpresa descubrir que en los países "infieles", de los que casi no tienen información, la prensa es libre de publicar artículos y cartas de opinión, de líderes laicos y religiosos, que cuestionan al gobierno y a la propia sociedad. Más sorprendido queda al ser informado que muchos de los revolucionarios ni siquiera forman parte de la Cábala; lo que resulta normal, al formar parte ya de una tercera generación de "creyentes", nacidos en el seno de una comunidad ortodoxa en la que ni se imaginaban otros modos de vivir, sentir, o creer. Es decir, se cruza de bruces con el fenómeno de la diversidad religiosa y política.

El texto, a medio camino entre un relato corto y una novela, recoge los instrumentos que las dictaduras y tiranías, y los expresa de un modo brillantes. Intentaré recoger algunos ejemplos:

- Respecto a la racionalidad: "Podrás influir en el ánimo de un millar de hombres apelando a sus prejuicios muchos más rápidamente de lo que podrás convencer a un solo hombre utilizando la lógica." Cualquier psicólogo social estaría orgulloso de esta simplista, pero muy efectista definición, de la psicología de masas. Se trata la cuestión de la programación y propaganda a través del lenguaje, mencionando que, para influir en las emociones, hay que hablar a las personas "sobre los tabúes y fetiches que infectan su subconsciente". Sin embargo, seguramente para demostrar que no se pretende cambiar un amo por otro, una vez triunfa la rebelión, se prohibe terminantemente utilizar técnicas de control mental para convencer a la población lavándole el cerebro. Se reconoce, pues, el derecho a elegir y equivocarse si uno lo desea.

- Respecto a la censura: "Empecé a darme cuenta de que la ocultación es la clave de toda tiranía. No la fuerza, sino la ocultación... la censura. cuando cualquier gobierno, o cualquier iglesia en nuestro caso, empieza a decir a sus súbditos: <<Esto no debéis leerlo, esto no debéis verlo, esto os está prohibido conocerlo>>, el resultado final es la tiranía y la opresión, no importa cuán sagrados sean los motivos. Poca fuerza se necesita para controlar a un hombre cuya mente ha sido vendada; por el contrario, ninguna fuerza puede controlar a un hombre libre, a un hombre cuya mente es libre." Por ello iniciativas como el open government y la defensa a ultranza de la libertad de expresión nos alejan y nos diferencian de regímenes autoritarios y dictatoriales. Por fortuna, estos hombres libres, que piensan por sí mismos y se cuestionan la realidad establecida, existen incluso en la mayor represión: Aung San Suu Kyi en Birmania, durante la guerra fría en muchos países del este de Europa, e incluso en la hermética Corea del Norte. Desconfíen de cualquiera que les prohiba ir a la fuente para juzgar si algo es malo o bueno, porque ellos lo hayan juzgado ya.

- Respecto a la autoridad religiosa. Se cuestiona la existencia de los axiomas y dogmas eclesiásticos, así como la existencia de una jerarquía eclesiástica que pretenda conocer los designios divinos, llegando a defender un acercamiento más personal a la divinidad que cada cual individualmente elija. Se entiende mucho mejor el alcance de esta reserva contra cualquier "autoridad" que afirme representar a dios en la tierra al leer "Lo más hermoso de citar a Dios como una autoridad es que puedes probar cualquier cosa que tú desees probar. Es tan solo cuestión de seleccionar los postulados adecuados, y luego insistir en que tus postulados son "inspirados". Luego nadie podrá probablemente demostrar que estás en un error". Inspiradas palabras que de un modo simple describen fenómenos como las sectas, las visiones "ortodoxas" de grandes religiones y los retorcidos argumentos de autoridad que gurús de toda índole, rodeados de su parafernalia pseudocientífica, utilizan para demostrar su infalibilidad. No discute la existencia o no de dios, sino que se trata de un asunto individual y privado que no atañe a nadie más que uno mismo. Lo cierto es que este esquema de pensamiento recoge muy bien el contenido de La edad de la razón, tratado deista de Thomas Paine, quien es además nombrado en el relato.

- Respecto a la noción de enemigo. El autor realiza además una adecuada definición de los denominados por la teocracia imperante como parias: "noción de chivo expiatorio de esta tiranía que cualquier tiranía necesita." Al igual que en otros regímenes cerrados y represivos, son cosificados y cargan con las culpas de todo lo que pueda ocurrir, en una perfecta maniobra de diversión de los problemas existentes y sus orígenes reales, actuando de válvula de escape para una sociedad insatisfecha, pero incapaz de enfrentarse directamente al verdadero enemigo.

Contra lo anterior, contrapone la defensa del individualismo, patente en el comportamiento de todos sus personajes en varios momentos cruciales. Como cuando, reunidos en solemne consejo, la opinión (bien argumentada) de un único hombre que se atreve a hablar en lugar de callar, como muchos haríamos ante un medio donde parece triunfar la tesis contraria a la nuestra, logra posponer el comienzo de la rebelión. ¿Cómo? Por lógica y pragmatismo, logra hacer ver a sus correligionarios que podrían ganar la revuelta, pero no mantener el poder, porque todavía la población no había obtenido la preparación psicológica adecuada y, a buen seguro, rápidamente volverían sus miradas hacia el anterior régimen. "En esencia, la fuerza de un dictador no depende de sus armas, sino de la fe que su pueble tiene puesta en él. Aquello había sido cierto con César, con Napoleón, con Hitler, con Stalin. era necesario socavar primero los cimientos del poder del Profeta, la creencia popular de que gobernaba por autoridad directa de Dios".Por ello, si el poder del profeta se basa en la superstición ¿por qué no volverla en su contra?

Otro elemento opuesto a la tiranía, es la implantación de la separación de poderes. Lo primero que hacen los rebeldes es separar Iglesia y Estado y, más concretamente, lo militar de lo civil. Además, restablecen el sistema constitucional anterior y el Bill of rights (Declaración de Derechos). La impronta de Thomas Jefferson (firme defensor de la separación de poderes) y James Madison (quien realizó el primer borrador de la Declaración de Derechos y fue uno de los autores de El Federalista, lectura obligatoria si se quiere entender correctamente la génesis de la moderna nación americana).

Quizás podría continuar escribiendo, pero me quedaré satisfecho si he logrado excitar su curiosidad y darles ganas de leer un poco. ¿Alguien comparte conmigo algún libro que le haya marcado?

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