sábado, 10 de noviembre de 2012

Sí, Ministro (Yes, Minister)

¿Quién ha dicho que no se puede aprender de política desde el sofá de casa? La serie que les presento a continuación es posible que no les resulte del todo desconocida, pero lo que muchos no sabrán es que es utilizada incluso en textos de ciencia política para ilustrar la relación existente entre políticos y funcionarios en el Reino Unido; aunque dicha relación es perfectamente extrapolable al resto del mundo, ya que la intención de sus creadores era una sátira general de la política y el gobierno.

Sí, Ministro fue guionizada por Antony Jay y Jonathan Lynn y emitida por la BBC entre 1980 y 1984. La secuela, Sí, Primer Ministro, fue emitida entre 1986 y 1988. También ha gozado de adaptaciones para radio e incluso teatro, sin olvidar mencionar los remakes portugués e hindi.

La serie sigue la carrera ministerial de Jim Hacker, miembro de un inventado partido de la oposición que derrota al partido gobernante en las elecciones y le es ofrecido un puesto como Ministro de Asuntos Administrativos (tal cartera no existe en la realidad) que acepta. Al tomar posesión de su departamento, conocerá a su Secretario Permanente, Sir Humphrey Appleby y a su Secretario Privado Principal, Bernard Woolley

Fuente: http://www.bbc.co.uk/comedy/yesminister/

Buena parte del humor de la serie deriva del antagonismo entre los políticos miembros del gobierno, que creen estar al mando y no duran demasiado en el cargo, y los miembros de la Admisnitración Pública, que son quienes realmente gobiernan el país. Esto aparece constantemente reflejado en la serie. Cada vez que Hacker intenta llevar a cabo una iniciativa, se encuentra constantemente torpedeado por Appleby quien, con una mentalidad burocrática compartida por todos sus colegas, considera que es la Administración quien sabe lo que es mejor para el país. Woolley, aunque siente simpatía por Hacker, acaba por intentar escaquearse siempre antes que verse obligado a tomar partido. A lo largo de la serie puede observarse una evolución de los personajes en la que a Appleby, que inicialmente sostenía la sartén por el mango, Hacker le gana la partida usando los propios resortes de la Administración. Esto no es óbice para que se pongan de acuerdo en algunos temas, como la defensa a ultranza de su departamento cuando se estudia la posibilidad de suprimirlo.

Los diálogos son ágiles e ingeniosos y provocarán el deleite del espectador. Tomo un ejemplo referido a la eficacia y eficiencia administrativa, así como el tamaño "adecuado" de la organización:
Hacker: ¿Cuánta gente tenemos en este departamento? 
Sir Humphrey: Ummm... Bueno, somos muy pequeños... 
Hacker: ¿Dos, quizás tres mil? 
Sir Humphrey: Unos veintitrés mil para ser preciso. 
Hacker: ¡VEINTITRÉS MIL! ¡En el departamento de asuntos administrativos, veintitrés mil sólo para administrar a otros administradores! Necesitamos llevar a cabo un cronoanálisis para ver de quién nos podemos deshacer. 
Sir Humphrey: Ah, bien, ya hicimos uno de esos el año pasado. 
Hacker: ¿Y cuáles fueron los resultados?
Sir Humphrey: Resultó que necesitábamos otras quinientas personas.

Aunque la serie trate sobre el gobierno, las escenas en la Cámara de los Comunes brillan por su ausencia y casi toda la acción transcurre en espacios privados. Preguntado sobre esta cuestión, Lynn respondió:
 "La respuesta está en la pregunta. No hubo una sola escena en la Cámara de los Comunes porque la serie es sobre el gobierno. El gobierno no tiene lugar en la Casa de los Comunes; algunas políticas tienen lugar allí, y mucho teatro también. El gobierno ocurre en privado. como en todas las representaciones públicas, el trabajo real se hace durante los ensayos, a puerta cerrada. Luego se muestra al Público y la Cámara lo que el Gobierno desea que vean."

La política española no escapa de esta realidad. Los pasillos del congreso, las diferentes comisiones y los despachos de sus Señorías son algunos de los lugares donde verdaderamente se desarrolla la Pólitica con mayúsculas. Ver un hemiciclo casi vacío no significa que no se esté trabajando. Lo que debería preocuparnos es verlo siempre lleno. 

Aunque la serie original comenzó a emitirse hace ya la friolera de 30 años, su éxito y actualidad consiste en que, en esencia, nada ha cambiado. Las situaciones son las mismas, aunque los actores tengan nombres diferentes. Incluso fue anunciado el rodaje de nuevos episodios de la serie a partir de septiembre de este mismo año en el que Hacker deberá encabezar un gobierno de coalición. Que Dios le pille confesado.


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